16
de Enero de 2016
El
río que nos lleva, esa sociedad que consume sin saber porque, ese modo de vida
que se reduce a jugar cuando eres niño, estudiar en la época adolescente, ir a
la universidad cuando acabas el instituto, y al salir, no se te olvide casarte,
tener un trabajo, comprar una casa y acto seguido crear una familia... Ese río,
esa corriente que nos ahoga, que no nos deja disfrutar de las cosas simples de
la vida, de abrir las alas y echar a volar...
¿Y
si en lugar de seguir el cauce del río nos fuéramos por alguno de sus
afluentes? De buscar la hospitalidad de la gente, creer más que con poco se
puede vivir, que no hace falta tanto como quieren vendernos... Qué cuando echas
abajo los prejuicios, sales de tu mundo, de esas cuatro paredes que no te
permiten ver más allá, te das cuenta que todo es mucho más simple. Que una
sonrisa de un extraño vale mucho más que todas esas posesiones materiales que
tenemos. ¿Qué tal si nos quedamos con lo básico e intentamos ir a
contracorriente? ¿Qué tal si cogemos el camino diferente? Por muy difícil que
parezca no lo es.
Todo empieza con una decisión, con un primer paso. Una vez
fuera de la corriente principal, verás cuantos caminos se abren al frente. De
donde pensaste que no había una posibilidad salió una de las mejores
experiencias laborales de tu vida. Esa persona que nunca hablarías con ella, va
y resulta que a 15000km de tu casa, cuando necesitas compañía, entablas
conversación y se vuelve una de tus mejores amistades, por encima de muchas de
las que pensabas que eran las mejores. Habrán momentos en los que las aguas
vengan con fuertes corrientes, en la que haya que sortear más de un obstáculo
con alguna posibilidad de caer más de una vez. Para ello están esos amigos que
siempre tuviste, la familia y el coraje que has ganado a lo largo de tus pasos
que te ayudará a levantarte, a seguir remando contracorriente para alejarte de
ese río que la sociedad quiere que estés.
Que no te engañen, piensa en tu vida,
piensa en lo que quieres hacer con ella, pues solo tienes una y nadie,
absolutamente nadie, tiene el derecho a decidir por ti. No te dejes llevar por
el río, sigue tu camino aunque se desvíe del de los demás. Coge tu barca y rema
en la dirección que hayas escogido, rema fuerte porque para salir, al principio
cuesta mucho, te caerás más de una vez, pero ten por seguro que será para
conseguir aquello que siempre anhelaste, será para llegar a ser realmente quien
quieres ser.
Info de la vía con croquis y descripción en Elevarte
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